20 diciembre 2006



COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Obispo de Avellaneda Lanús

Domingo 24 de diciembre de 2006
4º domingo de Adviento (Ciclo C)
Evangelio según San Lucas 2 1-14

El nacimiento de Jesús:

Es un hermoso y sencillo relato del misterio más grande: este
verdadero Dios que es también verdadero hombre. Es Hijo de Dios y es
Hijo de María Virgen.

Muchos han dado la vida por mantener viva esta fe y este dogma: el
hijo de Dios y el Hijo de María, verdadero Dios y verdadero hombre. La
Persona del Verbo en dos naturalezas, la humana y la divina.

Este Dios que se hace hombre para que nosotros, los hombres, podamos
llegar a Dios ¡es algo extraordinario! Y todo esto por medio de la
Virgen: María es la morada de Dios en medio de los hombres; es la
portadora de la presencia divina que salva.

Es voluntad del Padre que su Hijo fuese hijo de María, para ser
plenamente hombre, ¡qué extraordinario! Y Cristo ha trabajado con
voluntad de hombre, ha pensado con mente de hombre, ha obrado con
voluntad de hombre; y ha amado con corazón de hombre.

No son dos realidades antagónicas. Están muy insertas. No son
confusas, están unidas. Es el MISTERIO CENTRAL DE NUESTRA FE: este
Dios que se hace hombre. Es inédito, original, único.

¡Qué síntesis perfecta! ¡Y cómo elige a una mujer para que el Verbo
se exprese; para que el Verbo se alimente de María, Virgen; para que
tome su sangre y se alimente de ella! ¡Es algo extraordinario! ¡Esto
tiene que asombrarnos!

Estamos muy acostumbrados a los pesebres y a las cruces. ¡Tenemos
que vibrar y saltar de gozo! En este acontecimiento, el nacimiento, se
nos ha dado este niño que nos trae la salvación y ha enaltecido todo
lo humano. Por eso la Iglesia no quiere despreciar nada de lo humano
que hay en el hombre, o nada de lo humano que hay en la persona, ¡todo
tiene sentido menos el pecado!

Si el pecado está presente, tiene que ser disuelto a través del
perdón de Dios, a través de la misericordia de Dios, a través de la
ternura de Dios, para que uno pueda vivir una vida nueva como
redimido, como criatura nueva.

En esta Navidad tenemos que mirarlo a El; tenemos que contemplarlo;
tenemos que adorarlo; tenemos que imitarlo; y algo más: también
tenemos que anunciarlo.

En mayo del año que viene, el Santo Padre ha convocado a la Iglesia
de Latinoamérica y el Caribe, a una Quinta Conferencia en Aparecida,
Brasil. Se ha elegido el lema "Discípulos y misioneros de Jesucristo,
para que nuestros pueblos en El tengan vida". Esta Navidad nos tiene
que dar las fuerzas para dejarnos encontrar, para recibirlo en nuestra
casa y para tener ánimo y entusiasmo para anunciarlo a los demás.

Les deseo una Feliz Navidad; que comience en ustedes, en su
historia, una historia nueva;
Que sepan ser agradecidos;
Que sepan pedir perdón y que sepan perdonar a los demás.
No tienen excusas.
No digan que no tienen fuerzas o que no son capaces.
La Gracia del Señor, de este Niño que nació en Belén, les va a dar
fuerzas para poder dirimir los problemas y poder vivir como hijos
suyos y como hermanos entre nosotros.
¡FELIZ NOCHEBUENA! ¡FELIZ NAVIDAD! Y que nadie quede solo en este
día pues Cristo ha venido a plantar su tienda entre nosotros.

Les dejo mi bendición; + en el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.

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