20 junio 2007


Los colores de la Bandera
Como nace y utilizan los colores de los Emblemas Nacionales

En 1620, la imagen de la Virgen María llega al Río de la Plata, para ser llevada al norte de la Colonia en una caja, con una carga transportada en carretas. Un episodio poco común la involucra, se atasca la carreta con su carga antes de cruzar el Río Luján, prueban bajando cada una de las cajas, hasta que los postigones se dan cuenta que con “una” de las cajas, la carreta no avanzaba. Abren la caja y se encuentran con la Imagen de la Virgen. Deciden que si tal era su voluntad, quedaría para siempre en la primera orilla del Río Luján, bajo el cuidado de un esclavo negro llamado Manuel que se ofreció a cuidarla.

Fue adorada y venerada desde esa fecha con el nombre de “Virgen de Luján”. La primera imagen popular venerada por nativos, criollos y europeos. Se le pedían favores y deseos, para familiares, seres queridos y vecinos, y ella cumplía con todos. Las mujeres comenzaron con la costumbre de tomar dos cintas de 32 cm de largo (el alto de la imagen de la “Virgen de Luján” también llamada la “Virgen Gaucha”) una color azul y la otra de color blanco, colores del paño del manto de la Virgen. Y al hacer una promesa o pedido a la Virgen las cosían en la zona del corazón del peticionado, sobre su camisa, chaleco, corralera, vestidos, etc, las dos cintas juntas dobladas al medio dos veces. Esta costumbre popular se mantuvo en todos los habitantes, desde la llegada de la imagen de “La Virgen” en 1620, hasta mediados de los años 1800 al 1820 (durante casi dos siglos).

Desde esas épocas, en los almacenes de ramos generales, tiendas y pulperías, se vendían las cintas azul y blancas ya cortadas, con las “medidas” de la Virgen de Luján. Para el consumo de los promesantes.

Manuel Belgrano muy religioso y devoto de la “Virgen Gaucha” de Luján, fue nombrado por el Rey de España, Secretario del Consulado de Comercio en Buenos Aires a perpetuidad. Sus Memorias anuales como Secretario del Consulado de Comercio, sirvieron a los virreyes para gobernar el Río de la Plata. Creó en 1794 el escudo del Consulado con los colores del manto de la Virgen de Luján, azul y blanco.

En 1806 después de la Primera Invasión Inglesa, Juan Martín de Pueyrredon con un grupo de habitantes de la campaña, hacendados y gente de campo organizaron la reacción por sus propios medios para Reconquistar a Buenos Aires. Con el apoyo de sus amigos Martín Rodríguez, Diego de Herreras, y sus hermanos José Cipriano, Juan Andrés y el presbítero Feliciano Pueyrredon, comenzaron por su cuenta y riesgo a reclutar voluntarios por los pueblos de la campaña.

Los establecimientos rurales de Pilar, Morón, Baradero, Luján y la Guardia de Luján, aportaron sus peonadas a caballo, criollos y mestizos que querían echar del suelo patrio a los herejes invasores británicos. Juan Martín pagaba diariamente sus jornadas, y también de su fortuna se encargaba del abastecimiento y los gastos de la cruzada.

El 28 de julio los “criollos de Pueyrredon” se reunieron en la Villa de Luján, primer Cabildo fuera de Buenos Aires dónde las autoridades apoyaron la Reconquista. El Alcalde Gamboa y el cura párroco de Luján organizaron el encuentro, el pueblo reunido los alentaba y despedía.

Luego de la Misa de Campaña a cargo del cura Vicente Montes Carballo, y frente a la imagen de la venerada Virgen, recibieron del Cabildo el Real Estandarte de la Villa de Luján, que en un lado tenía dibujada las armas reales de España y del otro la imagen de la Santísima Virgen. A falta de distintivos, y como era la costumbre en las promesantes de nuestro país, se les cosió en las prendas, en el pecho encima del corazón, a cada uno de los casi 300 milicianos a caballo, dos cintas una azul y otra blanca, cortadas con las “medidas” de la virgen. Estas cintas bicolores dobladas y cosidas hacían las veces de escarapela o divisa, para distinguirse de los demás.

Iniciaron la marcha hacia el caserío de Perdriel, y se les suma el Regimiento de Blandengues de la Frontera, al mando del Comandante Antonio Olavaria. Don Cornelio Zelaya reunió sesenta y dos personas dispuestas a enfrentar al invasor, con el dinero aportado por el gallego Manuel Palomares, Felipe Sentenach y Martín de Álzaga. Ellos también participaron con las milicias a caballo de Pueyrredon.


Enterado Béresford de la marcha de los criollos, que llamó “fuerzas rebeldes de la Campaña”, sale de Buenos Aires al frente del Regimiento 71 “Highlanders” con casi 600 hombres de infantería y artillería.

El 1ro de agosto a la madrugada se encuentran en Perdriel ambas fuerzas, a los primeros cañonazos de los ingleses, se produce las dispersión de los criollos. Olavarría retira los Blandengues para llevarlos con las Fuerzas de Liniers que llegarían a la costa del Tigre, desde Montevideo. Los cincuenta últimos hombres del Pueyrredon resistieron media hora de combate.

El 12 de agosto de 1806, todos participaron de la posterior Reconquista de Buenos Ayres, junto con las fuerzas de Liniers y de Martín de Álzaga.. Les tocó a las milicias a caballo de Pueyrredón las acciones más heroicas, y fueron esos criollos quienes capturaron las seis Banderas y estandartes ingleses durante la Reconquista. El Cabildo de Buenos Aires los reconoce de inmediato y en su primer reunión después de la Batalla, los oficializa como el Regimiento a Caballo “Húsares de Pueyrredón”. Juan Martin después de haber pagado toda la campaña y los sueldos de sus milicias, decide vestirlos con uniforme a todos sus soldados, son cuatro Escuadrones que lucen el uniforme histórico que todavía hoy los recuerda. El vestuario y los aperos fueron abonados por este joven criollo y estanciero de fortuna. Fue el primer Regimiento de la Patria que luciera en el combate, cosidas en su pecho, las cintas azul y blancas que eran como escarapelas o divisa que los distinguía de los ingleses.

En 1809, apenas llegado a Río de Janeiro como embajador ante la corte portuguesa, Lord Strangford en nota a la Reina de Gran Bretaña, le informa que en Buenos Aires estaba próxima una Revolución e intento de independencia, y porque además ya “los criollos lucían a la vista, en sus solapas, galeras y en las cadenas de los relojes las cintas azul y blanca como signo de rebeldía y libertad”.

Producto de una actitud espontánea, en mayo de 1810, el pueblo reunido en la Plaza comenzó a utilizar los colores patrios, fueron “azul y blancas” las cintas que distinguieron a los patriotas de la Semana de mayo de 1810. Según la tradición, también repartidas por Domingo French y Amtonio Berrutti Además la cinta azul se agregó como distintivo del Regimiento de Patricios.
La Escarapela:
Belgrano en la Villa del Rosario pide autorización para lucir escarapelas que distinga a sus tropas eligiendo los colores azul y blanco. El uso de la Escarapela Nacional fue reconocida el 18 de febrero de 1812, por el Triunvirato en Buenos Aires. Feliciano Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea, Juan José Paso y Bernardino Rivadavia (como secretario) enviaron al jefe del Estado Mayor Conjunto el siguiente texto, para el uso obligatorio en los regimientos de la Patria :

"En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante, se haya, reconozca y use la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declarándose por tal la de dos Colores blanco y azul; y quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían. Se comunica a V. S. para los efectos consiguientes a esta resolución".

La Bandera Nacional:
Belgrano también es el creador de la bandera “Azul y blanca”. La bandera, creada en Rosario el 27 de febrero de 1812, estaba inspirada en los colores de la escarapela azul y blanca, que había autorizado del Triunvirato, .
Hizo “jurar la Bandera” por las tropas del Ejército del Norte, a orillas del Río Salado, actual Río Juramento el 25 de mayo, y luego la hizo bendecir por el párroco en la catedral de Jujuy.
El Congreso General Constituyente de Tucumán, sancionó la ley de banderas el 25 de enero de 1818 estableciendo que la insignia nacional estaría formada por “los dos colores blanco y azul en el modo y la forma hasta ahora acostumbrados”.
Azul y blanca fue la bandera que flameó en el fuerte de Buenos Aires, también la que flameó en Ituzaingó durante la guerra contra el Imperio del Brasil, y en la guerra del Paraguay.

En 1813, José Gervasio Artigas le agregaría una franja colorada (punzó) cruzada, para distinguirse de Buenos Aires sin desplazar la “azul y blanca”.
La bandera “azul y blanca” cruzada, también fue usada por las Provincias de Entre Ríos y Corrientes, también aliadas con Artigas en la lucha por el federalismo y contra el centralismo porteño de Buenos Aires.

juanmanuelderosas_avellaneda@yahoo.com.ar

Sra. Jackeline L Luisi
Presidente

Alberto H. Silva
Secretario