COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Obispo de Avellaneda Lanús
Domingo 24 de diciembre de 2006
4º domingo de Adviento (Ciclo C)
Evangelio según San Lucas 2 1-14
El nacimiento de Jesús:
Es un hermoso y sencillo relato del misterio más grande: este
verdadero Dios que es también verdadero hombre. Es Hijo de Dios y es
Hijo de María Virgen.
Muchos han dado la vida por mantener viva esta fe y este dogma: el
hijo de Dios y el Hijo de María, verdadero Dios y verdadero hombre. La
Persona del Verbo en dos naturalezas, la humana y la divina.
Este Dios que se hace hombre para que nosotros, los hombres, podamos
llegar a Dios ¡es algo extraordinario! Y todo esto por medio de la
Virgen: María es la morada de Dios en medio de los hombres; es la
portadora de la presencia divina que salva.
Es voluntad del Padre que su Hijo fuese hijo de María, para ser
plenamente hombre, ¡qué extraordinario! Y Cristo ha trabajado con
voluntad de hombre, ha pensado con mente de hombre, ha obrado con
voluntad de hombre; y ha amado con corazón de hombre.
No son dos realidades antagónicas. Están muy insertas. No son
confusas, están unidas. Es el MISTERIO CENTRAL DE NUESTRA FE: este
Dios que se hace hombre. Es inédito, original, único.
¡Qué síntesis perfecta! ¡Y cómo elige a una mujer para que el Verbo
se exprese; para que el Verbo se alimente de María, Virgen; para que
tome su sangre y se alimente de ella! ¡Es algo extraordinario! ¡Esto
tiene que asombrarnos!
Estamos muy acostumbrados a los pesebres y a las cruces. ¡Tenemos
que vibrar y saltar de gozo! En este acontecimiento, el nacimiento, se
nos ha dado este niño que nos trae la salvación y ha enaltecido todo
lo humano. Por eso la Iglesia no quiere despreciar nada de lo humano
que hay en el hombre, o nada de lo humano que hay en la persona, ¡todo
tiene sentido menos el pecado!
Si el pecado está presente, tiene que ser disuelto a través del
perdón de Dios, a través de la misericordia de Dios, a través de la
ternura de Dios, para que uno pueda vivir una vida nueva como
redimido, como criatura nueva.
En esta Navidad tenemos que mirarlo a El; tenemos que contemplarlo;
tenemos que adorarlo; tenemos que imitarlo; y algo más: también
tenemos que anunciarlo.
En mayo del año que viene, el Santo Padre ha convocado a la Iglesia
de Latinoamérica y el Caribe, a una Quinta Conferencia en Aparecida,
Brasil. Se ha elegido el lema "Discípulos y misioneros de Jesucristo,
para que nuestros pueblos en El tengan vida". Esta Navidad nos tiene
que dar las fuerzas para dejarnos encontrar, para recibirlo en nuestra
casa y para tener ánimo y entusiasmo para anunciarlo a los demás.
Les deseo una Feliz Navidad; que comience en ustedes, en su
historia, una historia nueva;
Que sepan ser agradecidos;
Que sepan pedir perdón y que sepan perdonar a los demás.
No tienen excusas.
No digan que no tienen fuerzas o que no son capaces.
La Gracia del Señor, de este Niño que nació en Belén, les va a dar
fuerzas para poder dirimir los problemas y poder vivir como hijos
suyos y como hermanos entre nosotros.
¡FELIZ NOCHEBUENA! ¡FELIZ NAVIDAD! Y que nadie quede solo en este
día pues Cristo ha venido a plantar su tienda entre nosotros.
Les dejo mi bendición; + en el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
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